A veces unas palabras bastan para inspirar un viaje...». Así comienza Mita Estarellas, del Club del Suscriptor, su relato sobre el viaje. Ella y Fina Costa, directora del mismo, acompañaron al grupo de amigos del Club para disfrutar de unos días en Praga y Berlín.

«Algún amigo que nos lo recomienda o incluso algún suscriptor que ya ha estado son motivos más que suficientes para ir preparando la maleta y descubrir algún lugar del mundo». Y en esta ocasión se lanzaron a la aventura de conocer un poco más la cultura de Praga y Berlín.

Además de pasear por los mercados navideños, hubo tiempo para adentrarse en la historia de Praga, donde su guía local Silvai «nos hizo una presentación de la ciudad. El panorama del Castillo de Praga es inolvidable», asegura Mita, y es que el edificio es símbolo del estado checo desde hace más de mil años. Su fundación se remonta al siglo IX, desde entonces ha sido morada de los soberanos checos y, en los últimos tiempos, de los presidentes. Allí, muchos de los suscriptores se fotografiaron con la estática Guardia que vela por el Castillo de Praga.

Por otro lado, el puente de Carlos es el puente más viejo de Praga, y atraviesa el río Moldava de la Ciudad Vieja a la Ciudad Pequeña.

«Otro sitio bonito que vimos fue Karlovy Vary, una ciudad balneario de Bohemia, región occidental de la República Checa. Es una lugar de cuento de hadas encajada en un estrecho y alargado valle por el que discurre el río Tepla (que significa caliente en checo)» describe nuestra compañera. Todo el casco viejo de Karlovy Vary es un decorado historicista cuajado de edificios barrocos, art noveau y neoclásicos.

Se fotografiaron delante del casino donde se grabó Casino Royal. Y ya profundizando de lleno en la historia de las ciudades del Este visitaron Terezin donde conocieron el campo de concentracion, «para algunos no fue nada agradable, pero forma parte de la historia de la humanidad».

En Berlín se fotografiaron delante de La Puerta de Brandeburgo (en alemán, Brandenburger Tor) es una antigua puerta de entrada a Berlín y uno de los principales símbolos de la ciudad. El guía les ofreció una visita panorámica de la ciudad donde degustaron el típico codillo y, por unas horas, se perdieron entre los mercados de Berlín, quizás no tan típicos pero no por eso menos bonitos.

«Y para quitarnos el frío: vino o ponche caliente» concluye, afirmando que éste, como todos los viajes del Club, empezó con mucha ilusión y acabó con nuevos compañeros de viaje».