Ésta es una de esas excursiones que son mágicas porque combinan perfectamente varias de las joyas que visten Mallorca.
Se trata del característico viaje en el Ferrocarril de Sóller que a su paso muestra los paisajes de iluminada belleza y que agradan por muchas veces que se visiten. Hasta aquí puede parecer que hablemos de la popular visita a Sóller a la que los suscriptores están acostumbrados a leer en estas páginas, pero lo cierto es que en esta ocasión, el viaje en tren se combinó con una viaje en golondrina hasta Sa Calobra.
A las ocho de la mañana salía el tren desde Sóller, llegando al municipio a las nueve donde cogieron el tranvía hasta el Puerto de Sóller, una vez allí los más de 160 suscriptores se relajaron desayunando en las muchas terracitas que adornan el paseo, mientras esperaban el siguiente transporte, la golondrina.
Eran las diez y media de la mañana cuando el barco prácticamente se llenaba con el numerosas grupo.
Una mar calmada y un sol brillante hicieron del viaje un lujoso encuentro marítimo. El capitán, a mitad de travesía, acercó la golondrina hacia una cueva de expectante belleza a través de la cual unas claraboyas de luz iluminaban su interior. Tras esta espectacular imagen, el recorrido continuó hasta el Torrent de Pareis, donde desembarcaron más o menos la mitad de suscriptores a los que acompañó Juan del Club, y el resto decidió bajarse en Sa Calobra, donde Katy hizo de guía del grupo.
Para comer cada uno llevaba preparado un picnic propio. Los chapuzones en las cristalinas aguas fueron la guinda del día.
La jornada se alargó hasta las cuatro y media, momento en el que volvieron a coger la golondrina, el tranvía y el tren para estar de vuelta en Palma a las 19.30 horas.